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LOS LIMITES DEL JUEGO. Crecer implica un tiempo que no responde a almanaques o relojes.
Cada niño tiene su modo y su tiempo de crecer y aprender que depende de su genética pero especialmente de la particular crianza que para él elige su familia.

Algunos padres, por distintas razones, los apuran logrando maduraciones precoces y responsabilidades tardías.

Niños adultizados, púberes precoces, adolescencias riesgosas, adultos pretendiendo la juventud eterna... El fin, el tiempo está en juego y la prisa parece generalizarse.

El texto intenta reflexionar como se juega esto en cada escena fundante: familia, escuela, sociedad y los costos de ese «apuro» traducido en un nuevo tipo de malestar y en síntomas inéditos.

En el consultorio psicopedagógico se hace presente cada vez más la dificultad para establecer límites al escuchar padres «desbordados», indecisos entre el sí y el no, dominados por sus propios hijos, oscilando inseguros entre premios, penitencias y castigos.

Asistimos a niños también «desbordados», «deslimitados», con cuerpos en permanente movimiento, algunos sin registrar la presencia del otro como adulto.

Sabemos de aulas donde la frontera clase-recreo es muy difícil de sostener. Donde hay padres que invaden el accionar docente con fenómenos que incluyen control, desautorización y violencia.

El texto incluye conferencias para padres, talleres con docentes, columnas televisivas, intervenciones en congresos de la especialidad y de otros campos otrora impensados para dar cuenta de una psicopedagogía en extensión.

Y allí, también el límite, el borde disciplinario respondiendo a la ética que atraviesa nuestra praxis sobre el aprender y sus avatares.

CRECER APURADOS

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LOS LIMITES DEL JUEGO. Crecer implica un tiempo que no responde a almanaques o relojes.
Cada niño tiene su modo y su tiempo de crecer y aprender que depende de su genética pero especialmente de la particular crianza que para él elige su familia.

Algunos padres, por distintas razones, los apuran logrando maduraciones precoces y responsabilidades tardías.

Niños adultizados, púberes precoces, adolescencias riesgosas, adultos pretendiendo la juventud eterna... El fin, el tiempo está en juego y la prisa parece generalizarse.

El texto intenta reflexionar como se juega esto en cada escena fundante: familia, escuela, sociedad y los costos de ese «apuro» traducido en un nuevo tipo de malestar y en síntomas inéditos.

En el consultorio psicopedagógico se hace presente cada vez más la dificultad para establecer límites al escuchar padres «desbordados», indecisos entre el sí y el no, dominados por sus propios hijos, oscilando inseguros entre premios, penitencias y castigos.

Asistimos a niños también «desbordados», «deslimitados», con cuerpos en permanente movimiento, algunos sin registrar la presencia del otro como adulto.

Sabemos de aulas donde la frontera clase-recreo es muy difícil de sostener. Donde hay padres que invaden el accionar docente con fenómenos que incluyen control, desautorización y violencia.

El texto incluye conferencias para padres, talleres con docentes, columnas televisivas, intervenciones en congresos de la especialidad y de otros campos otrora impensados para dar cuenta de una psicopedagogía en extensión.

Y allí, también el límite, el borde disciplinario respondiendo a la ética que atraviesa nuestra praxis sobre el aprender y sus avatares.